1.Enfoque de Derechos Humanos, Perspectiva de Género y Feminismos plurales, como apuestas políticas
1.1 Derechos Humanos
La estrecha relación entre la corrupción y las violaciones de los Derechos Humanos es innegable y profundamente preocupante. Ambos fenómenos parecen florecer en entornos caracterizados por el empobrecimiento, la debilidad institucional y la falta de rendición de cuentas.
El enfoque de Derechos Humanos puede entenderse como un paradigma que coloca a los derechos inherentes a toda persona en el centro de las políticas, programas, acciones gubernamentales y sociales. Se basa en la premisa de que todas las personas, independientemente de su origen, género, orientación sexual, identidad de género, raza, etnia, religión, geografía o cualquier otra condición, tienen derechos que deben ser respetados, protegidos y garantizados por los Estados y demás actores sociales.
La corrupción, por otro lado, es un fenómeno sistémico que implica el abuso y concentración del poder para beneficio propio o de terceros, en detrimento del interés público y el bienestar de la sociedad. A menudo, la corrupción está arraigada en las estructuras del Estado y se manifiesta a través de la manipulación de recursos, la violación de normas éticas y legales, y la negación de derechos fundamentales, aunque también la corrupción puede evidenciarse en distintos tipos y niveles.
La relación entre la corrupción y los Derechos Humanos es profunda y compleja. La corrupción deteriora los principios fundamentales de igualdad, justicia y dignidad humana al desviar recursos destinados a servicios básicos como la salud, la alimentación, la educación y la vivienda, afectando especialmente a las poblaciones más vulnerables y marginalizadas. Además, la corrupción obstaculiza el acceso a la justicia, afecta la rendición de cuentas de las autoridades y perpetúa la impunidad, vulnerando así una serie de derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Esta idea se ve reflejada en diferentes documentos e instrumentos de la ONU, incluida la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (UNCAC), el único instrumento universal contra la corrupción jurídicamente vinculante.
Como conclusión de este estudio, la falta de eficacia y transparencia de los Sistemas Anticorrupción de México puede considerarse una violación a los Derechos Humanos, debido a que son instancias encargadas de prevenir, detectar, investigar, sancionar, y reparar actos de corrupción. Sin embargo, cuando estos sistemas no funcionan adecuadamente, se perpetúa la desigualdad, la impunidad, se debilita el Estado de Derecho y se vulneran los derechos fundamentales de la población.
Ello no quiere decir que estamos a favor de su desaparición. Los datos de este estudio muestran que existen dimensiones fuera de la competencia de los Sistemas que obstaculizan su labor, como la politización de las designaciones por parte de los grupos parlamentarios de los Congresos.
Este estudio tampoco busca reducir la responsabilidad directa de sus resultados debido al diseño de la Ley General o Estatal de los Sistemas Anticorrupción y la falta de implementación o calidad de su labor, por supuesto que existen, pero desde Mexiro A.C. afirmamos que los datos de este estudio son una radiografía de un panorama amplio y complejo, el cual no está aislado de un contexto social y político.
Por lo que invitamos a leer los datos y análisis como las oportunidades que tiene México para el fortalecimiento de una política pública anticorrupción y su gestión pública que necesita que en el centro esten las personas que son más vulnerables, debido a que dependen en mayor medida de los servicios públicos y son las que experimentan mayores obstáculos para acceder a la justicia y hacer efectivos sus derechos, ampliando aún más las brechas de desigualdad, exacerbando la discriminación y la exclusión social histórica. Por lo anterior, se necesitan crear las condiciones para que puedan operar los Sistemas Nacional y Estatales Anticorrupción, como se menciona ampliamente en el apartado de recomendaciones.
Centralizar la agenda anticorrupción en el Poder Ejecutivo Federal es un error porque excluirán voces, experiencias y conocimientos, tanto institucionales como populares en la lucha contra la corrupción.
Abordar la corrupción desde una perspectiva dignificante implica no solo fortalecer los mecanismos de control y rendición de cuentas, sino también garantizar la participación activa, efectiva y significativa de las poblaciones históricamente vulneradas en la toma de decisiones. Esto requiere un enfoque integral que combine medidas de prevención, investigación, sanción y reparación, con un énfasis en la protección de los Derechos Humanos y la promoción de la dignidad de todas las personas.
1.2 Enfoque de Género y Feminismo desigualdad e inequidades de género y su relación con la corrupción
Antes de abordar el tema en cuestión, es necesario precisar las definiciones, similitudes y diferencias de las categorías de género y feminismos. Los estudios de género y los feminismos son dos áreas de investigación y activismo que, si bien comparten objetivos relacionados con la equidad y la igualdad de género, difieren en sus enfoques y perspectivas. Es importante entender estas diferencias para apreciar la complejidad y la riqueza de los debates en torno a las cuestiones de género y su relación con la anticorrupción.
Los estudios de género son un campo académico interdisciplinario que se centra en analizar las construcciones sociales, culturales, políticas y económicas del género. Este enfoque busca comprender cómo las ideas y expectativas sobre lo que significa ser hombre o mujer se desarrollan, cambian y se reproducen en diferentes contextos históricos y culturales. Los estudios de género examinan las formas en que el género interactúa con otras categorías de identidad, como la raza, la clase social, la sexualidad y la etnia, y cómo estas intersecciones influyen en las experiencias y oportunidades de las personas.
Por otro lado, los feminismos son un movimiento político, social y cultural que busca la igualdad de género y la eliminación de la opresión patriarcal. Aunque los feminismos también se apoyan en los principios y conceptos desarrollados en los estudios de género, se distingue por su compromiso activo con la transformación social y la lucha por los derechos de las mujeres. Los feminismos reconocen la existencia de desigualdades estructurales arraigadas en el sistema patriarcal y buscan desafiar y cambiar estas estructuras para lograr una sociedad más justa e igualitaria para todas las personas, independientemente de su género.
En resumen, mientras que los estudios de género se enfocan en el análisis y la comprensión de las dinámicas de género en un sentido amplio y académico, los feminismos van más allá al involucrarse en la acción política y social para promover la igualdad de género y la emancipación de las mujeres. Ambos campos son complementarios y contribuyen a un mayor entendimiento de las complejas relaciones de género en la sociedad contemporánea.
En Mexiro y el Observatorio Anticorrupción nos enfocamos en adoptar y promover los feminismos plurales como marco teórico y práctico para nuestra labor. Los feminismos plurales se distinguen por su reconocimiento y valorización de la diversidad de experiencias y perspectivas dentro del movimiento feminista, y por su compromiso con la inclusión y la equidad en todas sus formas.
Los feminismos plurales rechazan la idea de un feminismo monolítico y reconocen que las experiencias de opresión y discriminación varían según el contexto social, geográfico, cultural, económico y político. Por lo tanto, abogan por un enfoque que sea sensible a estas diferencias y que busque abordar las múltiples formas de opresión que enfrentan las mujeres y personas con identidades de género no hegemónicas e identidades sexuales diversas en todo el mundo.
El feminismo blanco, por otro lado, se refiere a una forma de feminismo que privilegia las experiencias, perspectivas y preocupaciones de las mujeres blancas, relegando a un segundo plano las experiencias de las mujeres de color y otras mujeres racializadas. Este enfoque tiende a ignorar o minimizar las formas únicas de opresión que enfrentan las mujeres no blancas y a perpetuar estructuras de poder y privilegio que benefician a las mujeres blancas en detrimento de otras.
Algunos de los postulados más relevantes de los feminismos plurales incluyen los siguientes paradigmas:
Interseccionalidad: Los feminismos plurales reconocen la intersección de diversas formas de opresión, como el racismo, el clasismo, la homofobia, la transfobia y el capacitismo, y buscan abordarlas de manera integral. Esto implica comprender que las identidades y experiencias individuales están moldeadas por múltiples factores y que ninguna forma de opresión puede separarse de las demás.
Reconocimiento de la diversidad: Los feminismos plurales valoran y celebran la diversidad de experiencias, identidades y perspectivas dentro del movimiento feminista. Esto incluye la inclusión de voces marginadas y la amplificación de las luchas de las mujeres y personas de género diverso que han sido históricamente excluidas o ignoradas por el feminismo dominante.
Descolonización del feminismo: Los feminismos plurales cuestionan y critican el feminismo blanco y eurocéntrico que ha dominado el movimiento feminista durante mucho tiempo. Abogan por un feminismo que sea sensible a las experiencias y luchas de las mujeres y personas de género diverso en todo el mundo, especialmente aquellas que han sido históricamente colonizadas o explotadas por el colonialismo y el imperialismo.
En Mexiro A.C. y el Observatorio Anticorrupción, reconocen la importancia de adoptar un enfoque feminista plural que sea inclusivo, equitativo y sensible a la diversidad de experiencias y perspectivas. Solo mediante la adopción de los principios de los feminismos plurales podemos construir un movimiento feminista anticorrupción que verdaderamente transforme, aborde de manera efectiva la corrupción, promueva la justicia en todas sus formas y desemboque en la liberación de los pueblos.
Una vez clara la diferencia entre las categorías de género y feminismo y nuestro lugar epistémico como Observatorio frente a los feminismos plurales, es pertinente explorar la intersección entre el género y la corrupción, la cual revela un panorama complejo y profundamente arraigado en las estructuras sociales, políticas y económicas. Si bien la corrupción afecta a hombres y mujeres de manera diferencial, las mujeres y las personas con identidades de género no hegemónicas y orientaciones sexuales diversas, suelen ser víctimas directas de formas específicas de corrupción relacionadas con su género. Esto se evidencia en prácticas como la corrupción sexual y los favores sexuales, donde las mujeres –sobre todo aquellas atravesadas por el racismo y clasismo– son seleccionadas intencionalmente por actores corruptos debido a su género (Boehm y Sierra, 2015).
Por ejemplo, un estudio realizado en Uganda destacó que, a pesar de que el sector privado del país está dominado por hombres, los actores corruptos tienden a dirigirse hacia las mujeres de manera desproporcionada (Ellis, Manuel y Blackden, 2006). Esta tendencia subraya cómo la corrupción se entrelaza con las desigualdades de género, perpetuando la vulnerabilidad y la marginación de las mujeres en la sociedad.
Además, las personas con identidades de género no hegemónicas y orientaciones sexuales diversas, enfrentan desafíos adicionales en relación con la corrupción, aunque existe escasa investigación empírica sobre este tema. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que las personas con identidades de género no hegemónicas y orientaciones sexuales diversas, son víctimas frecuentes de violencia policial, lo que a menudo está asociado con actos de corrupción como sobornos, pero también en términos sexuales, para evitar detenciones arbitrarias (CIDH, 2019).
En contextos donde existen múltiples vulnerabilidades, como la pobreza, la pertenencia a minorías étnicas o la discapacidad, las mujeres y las personas con identidades de género no hegemónicas y orientaciones sexuales diversas, pueden experimentar impactos más severos de la corrupción (UNODC, 2020). Este enfoque destaca la necesidad de comprender las intersecciones de la opresión y la discriminación para abordar de manera efectiva la corrupción desde una Perspectiva de Género y feminista.
Estas reflexiones plantean desafíos significativos para los Sistemas Anticorrupción, que deben reconocer y abordar las desigualdades de género y las intersecciones de la discriminación para garantizar un avance significativo contra la corrupción en esta poblaciones.
Los Sistemas Anticorrupción desempeñan un papel crucial en la promoción de la equidad de género y la protección de los derechos de las personas con identidades de género no hegemónicas y orientaciones sexuales diversas. Sin embargo, su efectividad depende en gran medida de su capacidad para integrar de manera efectiva las perspectivas de género y feministas en sus políticas y prácticas.
Es fundamental que los Sistemas Anticorrupción reconozcan y aborden las formas específicas de corrupción que afectan de manera desproporcionada a las mujeres y las personas con identidades de género no hegemónicas y orientaciones sexuales diversas. Esto incluye el desarrollo de mecanismos para prevenir y sancionar la corrupción sexual, los favores sexuales, la tortura sexual y otras formas de corrupción basadas en el género.
Lo anterior también es un área de oportunidad para el futuro Gobierno de México que no se encuentra reflejada en las propuesta de gobierno de la presidenta electa, pero que sería un punto en común con el movimiento feminista no hegemónico.
Uno de los principales desafíos es la falta de datos desagregados por género y orientación sexual en relación con la corrupción. Sin una comprensión clara de cómo afecta la corrupción a diferentes grupos de personas, resulta difícil diseñar políticas y programas efectivos para abordar estas inequidades.
A pesar de estos obstáculos, también existen oportunidades significativas para avanzar en la integración del enfoque de género y feminista en las instituciones, órganos colegiados y los Sistemas Anticorrupción en su conjunto. Por ejemplo, el creciente reconocimiento de la interseccionalidad entre la corrupción y la desigualdad de género ha llevado a un mayor apoyo para enfoques más inclusivos y equitativos.
Además, la creciente movilización y organización de mujeres y las personas con identidades de género no hegemónicas y orientaciones sexuales diversas en todo el mundo está generando un impulso renovado para abordar la corrupción desde una Perspectiva de Género y feminista. Empero, adicionalmente, el gobierno federal, gobiernos estatales y los Sistemas Anticorrupción deben adoptar un enfoque integral que reconozca la interconexión entre la corrupción, la desigualdad de género y otras formas de discriminación.
La corrupción y la desigualdad de género son fenómenos interconectados con otras opresiones que requieren respuestas integrales, resistencias, acciones institucionales y políticas transformadoras para lograr un cambio significativo en la liberación de nuestras sociedades.
Por ejemplo, las mujeres indígenas y afrodescendientes en México enfrentan formas de corrupción que están entrelazadas con el racismo y la discriminación estructural. Enfrentan mayores barreras para acceder a la justicia, servicios de salud y protección social, y son más vulnerables a la corrupción en la asignación de tierras y recursos naturales. Un enfoque feminista plural en los procesos de anticorrupción debe reconocer y abordar estas intersecciones, desarrollando políticas que respondan a las necesidades específicas de las diferentes comunidades.
Para hacer frente a la corrupción de manera efectiva desde una Perspectiva de Género, es fundamental implementar una serie de recomendaciones que integren las voces y experiencias de las mujeres y las personas con identidades de género no hegemónicas y orientaciones sexuales diversas:
Fortalecer las capacidades institucionales con Perspectiva de Género: Capacitar a funcionarios públicos en género y Derechos Humanos para que puedan identificar y abordar las formas en que la corrupción afecta de manera diferenciada a mujeres y personas LGBTQ+.
Garantizar la transparencia y rendición de cuentas: Implementar mecanismos de transparencia que aseguren la asignación justa y equitativa de recursos, y que permitan la supervisión ciudadana, especialmente de mujeres y grupos históricamente excluidos.
Promover la participación política de las mujeres: Crear condiciones para la participación equitativa de las mujeres en todos los niveles de toma de decisiones, asegurando que sus voces sean escuchadas y sus necesidades reflejadas en las políticas públicas.
Proteger a las mujeres y las personas con identidades de género no hegemónicas y orientaciones sexuales diversas contra la violencia y el acoso: Implementar medidas efectivas para prevenir y sancionar la violencia y el acoso en el ámbito laboral y en la vida pública, asegurando un entorno seguro para que las mujeres puedan denunciar la corrupción sin temor a represalias.
Desarrollar políticas anticorrupción inclusivas: Diseñar e implementar políticas que reconozcan y aborden las diferentes formas en que la corrupción afecta a las mujeres y a las personas de las personas con identidades de género no hegemónicas y orientaciones sexuales diversas, asegurando que todas las personas, independientemente de su género, tengan acceso equitativo a recursos, justicia y protección.
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